Lea despacio, elogie la lentitud


El grado de lentitud es directamente proporcional a la intensidad de la memoria
Milán Kundera - La lentitud.

Era domingo. Había ido con mi familia a comer y nos encontrábamos en una tienda apurados, no recuerdo por qué razón. De pronto, apareció frente a mis ojos, en una de las repisas en las que se apilaban libros de distintos temas, “Elogio de la lentitud”. Por impulso lo tomé y me apresuré a la caja; ni siquiera leí la contraportada; mucho menos me fijé en el nombre del autor, pero me había atrapado la sencilla imagen de la portada –una tortuga y una liebre-, el título del libro y la frase que le seguía: Un movimiento mundial desafía el culto a la velocidad.
Sabía que tenía que leer ese libro y, hasta el día de hoy, sostengo que ha sido una de las lecturas que, en verdad, ha transformado mi vida.

Si usted ha tomado algún curso de lectura rápida, probablemente llegue al punto final de este artículo en menos de un minuto y, termine sonriendo satisfecho ante tal conquista.

Hace algunos años, un apurado periodista llamado Carl Honoré se sintió sumamente emocionado al leer en el periódico una nota que trataba sobre cuentos de hadas clásicos, condensados para que los padres pudieran leérselos a sus hijos en tan sólo un minuto. Diremos que de la emoción pasó a la vergüenza, pues se dio cuenta de que su vida era un completo ajetreo, marcado constantemente por el cronómetro de un reloj acelerado.

Fue justamente esta revelación la que llevó a Honoré a iniciar una investigación, misma que culminó en la creación del libro “Elogio de la lentitud”. La premisa del libro es sencilla: Cuando todo mundo se decide por la rapidez, la ventaja de mis más rápido desaparece y nos fuerza a ir más rápido todavía (Carl Honoré, 2005, p. 18).

Todos sabemos que hasta la velocidad tiene un límite, que llegaremos al momento en que no podremos ir más rápido. Entonces ¿Qué nos queda? Miles de personas alrededor del mundo coinciden en que la respuesta a esta vertiginosa carrera de velocidad es, nada más y nada menos, que la lentitud.

Carl Honoré, a través de su investigación, descubrió una variedad inmensa de movimientos locales e internacionales que apuestan por el retorno a la lentitud, abarcando esferas muy distintas de nuestras vidas, desde las Cittá Slow (ciudades lentas) como Bra en Italia –una de las primeras ciudades lentas, y donde se originó el movimiento de Slow Food (comida lenta)-, hasta sexo lento, ejercicio lento, música lenta...

Es importante decir que no se trata de un grupo de locos deseosos de convertir a los habitantes del planeta en personas perezosas, sino de un movimiento global enfocado a mejorar la calidad de vida, a reeducarnos a partir de una visión emocional, social y económica que se perfila como una alternativa real y necesaria ante la estresante vida que llevamos.

Hay todo un universo de lentitud esperando a ser descubierto ¡Tómese su tiempo para disfrutarlo!

María del Mar Cachón

Elogio de la lentitud: Un movimiento mundial desafía el culto a la velocidad, Carl Honé, Ed. RBA Océano, México 2005

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