Josef Koudelka, Invasión 68: Praga

Era enero, el décimo día del año 1938 cuando en una región de Moravia, antigua Checoslovaquia nace Josef Koudelka. Tenía 12 años cuando la fotografía hace la aparición en su vida de la mano del Sr. Dycka, panadero de oficio, fotógrafo aficionado y amigo de su padre. Fascinado por el descubrimiento, se apresura a conseguir su primera cámara. 
Tras tomar sus primeros rollos, su padre lo lleva con el panadero quien le enseña la magia del laboratorio fotográfico para así, revelar y hacer sus hojas de contactos él mismo. En esos primeros años, sus fotografías se centrarán en su entorno familiar.

Años más tarde, en 1956, se traslada a Praga para estudiar la carrera de ingeniería aeronáutica. Estando en la universidad, dedica sus ratos libres a la fotografía, que irá interesándole cada día más. Es en 1961 cuando monta su primera exposición en el Teatro Semáforo de Praga.
Concluye sus estudios y trabaja un tiempo como ingeniero; y en 1967, al hacerse miembro de La Unión de Artistas, decide dedicarse de lleno a la fotografía.

En 1968, al día siguiente de regresar a Praga de un viaje a Rumania para continuar su proyecto sobre estilo de vida de los gitanos, Rusia invade Checoslovaquia, situación que cambiaría el rumbo de la historia del país, siendo también un momento crucial para Koudelka, ya que desde ese momento, nunca volvería a ver la fotografía
 de la misma manera.


Precisamente son estas fotos las que podr
emos admirar en el  Centro Cultural Universitario Tlatelolco desde el pasado 1ro de Abril hasta el 30 de Julio


Esta muestra está compuesta por fotografías de la serie llamada “Invasión”; imágenes fuertes que nos transportan a un momento de profundos cambios sociales en el mundo entero; contrastes entre gente desarmada defendiendo su país y un ejército invasor de 200,000 soldados y 2,300 tanques, rostros de incredulidad, desesperación y enojo; calles vacías, protestas y multitudes, gente literalmente al pié del cañón.



Es una exposición impactante, de una calidad sobresaliente, donde podemos ver la sensibilidad del artista, la cual fue evolucionando tras sus primeros trabajos con los gitanos, centrándose más en la gente, sus gestos y sus emociones. 


Cuenta con una museografía que te lleva a apreciar la imagen sin distracciones, creando un ambiente de reflexión y admiración al valor de un hombre, que cámara en mano, se atrevió a estar al centro del conflicto, viéndose en la necesidad de mandar esas imágenes al extranjero de manera anónima para ser distribuidas por la agencia Magnum con el seudónimo P.P. (Prague Photographer) por el peligro a la represión, siendo premiadas con el Premio Robert Capa del Overseas Press Club. Y no fue sino hasta 16 años después de su publicación que pudo reconocer su autoría. Es en esta misma agencia donde trabaja desde entonces, con la condición de nunca tomar fotografías por encargo.


Artículo y fotografías: Enrique Campos

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